
La dominación mundial está algo trillada. Los antagonistas de hoy son algo más profundos, están más interesados en valores absolutos y puritanos, pero con frecuencia por razones equivocadas. Son más que tipos malos. Son hombres que quieren cambiar el mundo y (¿Por qué no?) reconstruirlo a su manera. Es dramático cuando el bien se enfrenta al mal, pero nada hay más conflictivo que dos formas del mismo bien.
The Fifth Estate cuenta la historia del gigante de la información WikiLeaks y su fundador Julian Assange, desde la perspectiva de su socio más cercano, Daniel Berg. Interesado por el activismo social y con un buen manejo de informática, Daniel entabla relación con Assange, un hacker que fundó un sitio que revela información confidencial y construido con el propósito de defender a los informantes de las posibles represalias.
Assange aparece como una figura mesiánica con perfecta claridad de cómo funciona la información hoy en día pero sin mucha idea de cómo funciona la gente normal, más que en respecto a sus impulsos básicos como el miedo y la seguridad. Berg aparece como la persona que puede ayudar a Assange a expandir su sitio dado su idealismo inclemente y su compromiso incondicional.
Lo que Berg no se da cuenta es que está entrando en una constante guerra contra grandes grupos mediáticos y bancarios, titanes de la información y gobiernos agresivos. La información es poder y el poder tiene un costo, sobre todo cuando su frente está defendido sólo por dos hombres.
La película plantea ciertas preguntas éticas constantemente: ¿Qué vale más? ¿Una primicia o una vida? ¿Es lícito descubrir información confidencial de interés público cuando esa información puede llevar a represalias? ¿Vale la pena ser martirizado por conseguir transparencia?
Pese a la pesadez de estas cuestiones, la película no baja línea al respecto. Simplemente muestra a dos hombres con la misma motivación y el mismo objetivo pero con dos personalidades y formas de actuar distintas. La cuestión de si el riesgo de la exposición de información sensible estuvo justificado o no se deja a interpretación del espectador.
El actor inglés Benedict Cumberbatch hace un excelente trabajo interpretando a Julian Assange y caracterizandolo como un hombre talentoso e idealista que hace rato sacrificó su humanidad y sus relaciones en favor de sus ideales del mundo. El alemán Daniel Brühl interpreta a Berg como un joven buscando la autorrealización através del activismo online, hipnotizado y atraído a la fuerte figura de Assange, quién combate a titanes por su cuenta.
La transformación de Assange en un antagonista es progresiva y está tan bien trabajada que llega un punto en el que la audiencia descubre que el egocentrismo del personaje estuvo siempre ahí, sólo que tiene una luz distinta al principio y al final. De a poco se van dando indicios de su paranoia, de sus traumas y de su imposibilidad de confiar en otra persona que no sea él. Si la información es poder, entonces irremediablemente corrompe, y los efectos son mucho más nocivos si se aplican a una sóla persona.
Como todo buen antagonista, Assange no cambia y no está dispuesto a cambiar para hacer lo correcto. Se mantiene firme y sin compromisos frente a la adversidad. Berg, en cambio, es quién atempera las fuerzas con las que se rodea, quien busca la conciliación y el bien común sin perder de vista su objetivo.
Laura Linney y Stanley Tucci aparecen como dos funcionarios del gobierno estadounidense que se ven directamente afectados por la información revelada por WikiLeaks y se ven obligados a iniciar una campaña de desprestigio contra Assange. Estos personajes, si bien no aparecen con mucha frecuencia, equilibran la balanza, dando a conocer el efecto interno que la información revelada generó en el gobierno y la fuerza con la que impactó, llevando a muchos a la desesperación.
La temática de la confianza en otros contra el ego se establece en un paralelismo entre los dos personajes, dado que Assange está acosado por una traición de su pasado y Berg no está dispuesto a abandonar a la gente que tiene al lado o a dejar desprotegidas a sus fuentes por conseguir una primicia.
Así como ambas figuras, como caras de una misma moneda, buscan la transparencia de las organizaciones masivas, en lo personal buscan sentirse realizados. Sin embargo, eso significa algo distinto para ambos: Assange busca convertirse en una figura fuerte, un coloso de la información que se enfrenta a organizaciones por su cuenta. Berg, en cambio, busca ser un héroe anónimo, un hombre que cambie el paradigma de cómo se distribuye y lee la información en el siglo XXI, y sabe que no puede lograrlo sin la colaboración de los medios masivos.
A menudo la película recurre a paralelismos y simbologías visuales para dar a entender los conflictos internos de los personajes y el poder de WikiLeaks como organización. Pese a que sólo hay dos personas detrás, muchas veces se la muestra representada como una oficina con cientos de computadoras operando con rapidez y eficacia.
El manejo de la información que se revela a la audiencia y las actuaciones son brillantes. La cinematografía está más que bien utilizada, obligando a la gente a adentrarse en el poderoso lado oscuro de la informática y ayudando a relatar la historia con buenos usos de un estilo tecnológico. Ojos muy atentos notarán que The Fifth Estate tiene una premisa similar a otra gran película, The Social Network. Es la historia de dos hombres que buscan dejar un gran legado, pero en su camino, el ego choca contra el idealismo.
PUNTUACIÓN: 9/10
Julian Assange: "Man is least himself when he talks in his own person but if you give him a mask, he will tell you the truth."
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