sábado, 25 de octubre de 2014

Lo que Panamá es, fue y será


Hablemos de una figurita difícil esta vez. Este año se cumplieron 100 años de la construcción del Canal de Panamá, un ícono del progreso económico en el continente americano y una enorme demostración de planificación, organización y trabajo pesado. El canal tuvo un control compartido entre los gobiernos de Panamá y de Estados Unidos hasta 1999, año en el cual la soberanía regresó completamente al gobierno panameño.

En celebración de este evento, se realizó la película Historias del Canal, una antología de cinco relatos distintos que tienen lugar en cinco momentos clave de la historia de esta vía de navegación y una linda demostración de la identidad panameña. Dado que cada relato tiene un director distinto, me parece apropiado juzgar cada uno individualmente por sus propios méritos.

1913 es el primer relato y cuenta la historia de Clarice Thompson (Lakisha May) y Phillip (Andre Morris), dos peones caribeños llevados a Panamá para ayudar a la construcción del canal. Clarice y Phillip tienen una relación amorosa de la que están orgullosos y planean casarse, pero mantienen su relación en secreto de sus patrones. Tras enemistarse con uno de ellos, Phillip debe huír hacia la selva, dejándole a Clarice la decisión de quedarse con su familia o seguir a su amado.


Dirigida por Carolina Borrero, la fortaleza de este corto radica en la intensidad de las relaciones entre los protagonistas, quienes rápidamente materializan su amor en una piedra de cuarzo que lleva sus nombres, dándole a la audiencia un ancla, un objeto al cual aferrarse en el torbellino de emociones rápidas que atacan a los personajes. A pesar de eso, la velocidad con la que escala el drama es un tanto repentina, en vez de progresiva y eso pone en juego la verosimilitud. La fuerza dramática está muy presente todo el tiempo, sin embargo.

1950 pasa a contar el choque cultural entre los panameños autóctonos y los zonians, los nacidos de padres norteamericanos en la zona del Canal. Jake Wright (Charlie Goldstein) es un huérfano de padre cuya madre es una alcohólica deprimida y ausente. Este chico encuentra una relación maternal en su empleada doméstica y considera  a Panamá como su hogar, al punto de sentirse más cómodo con otros niños panameños que con sus compañeros norteamericanos. El drama de Jake radica en que se encuentra dividido entre sus raíces y su hogar.


Este relato de Pinky Mon presenta un cambio interesante a las historias de "pez fuera del agua": en este caso, el pez se siente cómodo fuera del agua y no desea regresar.  El papel de la madre, interpretada por Kathleen Wise, es increíble como una antagonista que balancea la patética soledad y debilidad mostrada en el apego al hijo y la fortaleza como obstáculo para Jake de quedarse en el país que ama. Hay una bellísima cohesión entre dos culturas diferentes, mostrada en la inocente mirada de los niños, desprovistos de prejuicios.

1964 cuenta la historia de José (Ivan González), un aficionado a la fotografía que se enamora perdidamente de la estudiante norteamericana Lucy (Hannah Schöbitz). Pese a que ninguno de los dos habla el idioma del otro, ambos encuentran una intensidad atractiva en el otro y se dejan llevar por sus instintos. Desgraciadamente, la situación social los divide, dado que José pertenece a un grupo de estudiantes que desean arduamente el reconocimiento de la soberanía de los panameños en su propia tierra y Lucy está unida a los norteamericanos que consideran la zona como parte de su propio país.

El punto débil de este segmento está en las actuaciones. La historia de amor es típica y trillada y los protagonistas se abandonan en su relación con una pasión propia de la mentalidad de "el amor conquista todo", coherente con los años de los personajes pero un tanto tediosa en un principio. Sin embargo, el progreso de esta historia de Luis Franco Brantley no es tan típico. Es trágica, pero no se siente triste. El relato vence la tentación de ser una historia de amor y desamor y llega a ser una historia sobre dos amores: el amor por una persona y el amor por la patria.

1977 nos muestra a Silverio (Luis Manuel Barrios), un chofer contratado para llevar a diplomáticos norteamericanos específicamente por su incomprensión del inglés. Silverio, sin embargo, tiene su propia agenda, pues, tomando el rol de un espía, graba las conversaciones para averiguar si los gringos tienen la intención de entregar o no el canal. Aunque el protagonista se toma en serio su deber cívico, su buen trato le hace inocentemente ganar la amistad de los diplomáticos.

Esta posiblemente sea la más completa de las historias, pudiendo mantener un excelente equilibrio entre drama, comedia y suspenso. Hay una cinematografía que le da un tono interesante al aspecto visual, hay un ritmo ligero que no se siente demasiado acelerado, logrando detenerse en los momentos dramáticos que lo ameritan, y hay una combinación original y agradable entre recursos estilísticos típicos de películas latinas y elementos que remiten a las películas de espías. Posiblemente lo más interesante sean los personajes, que son divertidos y coloridos y llenan de curiosidad a la audiencia. Se trata de un gran trabajo del director Abner Benaim.

2013 cuenta la historia de Clarice Jones (Lakisha May), una cantante de Jazz norteamericana frenada en su carrera y en su vida, que recibe el llamado de un arqueólogo panameño contándole que encontró un objeto que le pertenecía a su bisabuela. Clarice viaja a Panamá y entra en contacto con lo que queda de su familia, la cual la recibe con familiaridad y un poco de hostilidad. A medida que ella más va aprendiendo sobre sus antepasados y los sacrificios por los que pasaron para la construcción del Canal, más va aprendiendo sobre sus raíces, su procedencia y spbre sí misma.


Para darle un cierre a esta muestra de honor que Panamá le hace a sus antepasados, no solo el último segmento es una continuación del primero, sino que lidia con la incorporación de los dolores y sacrificios pasados en el reconocimiento diario de la vida actual. Esta historia dirigida por Pituka Ortega-Heilbron, lidia con el tema de la familia con una profundidad mucho mayor que los segmentos anteriores y termina de concretar el sentido de unidad, de pertenencia. La historia de las familias de los panameños es la historia de Panamá. Es la piedra en la que se montan sus vidas.

Historias del Canal puede sentirse que pierde la unidad en algunos momentos y el cambio abrupto de ritmo puede jugar en contra, pero es una clara ventana al mosaico que es Panamá y una película que expresa la identidad del país como muy pocas podrían lograrlo. Dicen que para conocer a una sociedad hay que conocer su arte y esta película tiene toda la información necesaria para conocer a este pequeño país que tanto empieza a prometer en la industria cinematográfica.



"Ella decía que escribía para no ser escrita por otro. Que la única que podía contar su historia era ella."

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