
Seguimos la historia de Bilbo y los 13 enanos con La Desolación de Smaug. Gandalf se separa del grupo para descubrir qué es lo que sucede con el misterioso nigromante mientras Bilbo, Thorin y el resto de los enanos pasan por bosques encantados, reinos de elfos y tierras humanas, peleando contra hordas de orcos, para alcanzar la Montaña Solitaria y la Piedra del Arca, la cual está protegida por el temible dragón Smaug.
Sin necesidad de preámbulos, Bilbo comienza en seguida a demostrar el coraje que consiguió en la primera película y a probar la valía que Gandalf tanto veía en él. Se lo ve como un personaje mucho más activo y decidido. Sin embargo, el Anillo comienza a ser un pesar para él. Lo mantiene escondido de sus compañeros y saca de él la parte más agresiva y codiciosa. Al punto que Bilbo encuentra razones para no abusar de su poder.
Thorin Escudo de Roble también brilla en esta película al tener que lidiar con su propia impaciencia y ambición. A veces parece ocupar el lugar que ocupaba Aragorn como líder, pero a diferencia del incorruptible hijo de Arathorn, Thorin se deja llevar por su propia desesperación, despreciando el apoyo y la vida de sus compañeros en favor de su misión. En ese sentido, a veces parece resonar mucho más a Boromir que a Aragorn.
La reintroducción de Legolas puede parecer innecesaria para algunos, pero la realidad es que este Legolas no es el mismo elfo de la saga de El Señor de los Anillos, sino que parece ser mucho más precipitado, prejuicioso y terco, sugiriendo que se provocará un cambio en su vida que lo lleve a ser como nosotros lo recordamos, lo cual genera bastante interés.
La película arranca con mucho expectativa y promete bastante pero su ritmo empieza a decaer pasado el punto medio, cuando los enanos llegan a La Ciudad del Lago, una ciudad mercantil humana cuyos habitantes cayeron en la pobreza por culpa de un amo sumamente codicioso, pomposo y arrogante (interpretado por Stephen Fry). El amo es una figura caricaturesca sin ningún tipo de profundidad que resume su personalidad en una línea de diálogo en la que explica que le molesta que la gente se queje tanto de que no haya trabajo ni comida. Su introducción es molesta y se ve más como una pérdida de tiempo que otra cosa.
La Desolación de Smaug tiene un tono mucho más liviano que sus predecesoras, posiblemente por causa de que El Hobbit es un libro más orientado a la literatura infantil. Sin embargo, la película parece no decidirse entre ser una aventura para chicos y una historia épica y dura como El Señor de los Anillos.

El personaje de Kili agrega en un elemento dramático a la película que está bien usado, pero parece exagerado que Tauriel lo persiga para ayudarlo cuando no hicieron otra cosa que compartir historias de la madre del enano cuando él era un prsionero de los elfos. Parece, nada más y nada menos, que una relación de manual y un intento desesperado de traer más drama.
Hay problemas que son típicos de precuela. Hay mucho suspenso que se apoya en el misterio de la resurrección de Sauron y en la naturaleza del Anillo que afecta poco a la audiencia por el simple hecho de que esta ya sabe qué va a pasar con Sauron y con el Anillo.
La escenas de lucha y los paisajes son espectaculares y agregan mucha emoción pero no puedo evitar pensar cuánto de eso es un estiramiento para que el contenido de un solo libro alcance tres películas de dos horas y media. Cuando algo se estira, tiende a volverse más delgado y menos estable.

Hay que mencionar también al personaje de Bardo (Luke Evans), un barquero que ayuda a los enanos a entrar en la Ciudad del Lago. Todo lo que involucra a Bardo es significativamente menos interesante que lo que ocurre con los enanos, pese a que la película trata de resaltar que su personaje es importante por ser heredero del único hombre que logró herir a Smaug.
Con frecuencia sucede que la película recurre a ciertos clichés pero les da una vuelta interesante mucho después. Uno espera que Bardo apoye a los enanos una vez que descubre quién es Thorin Escudo de Roble, pero pasa exactamente lo contrario: Intenta detenerlos por miedo a que despierten a Smaug y que su furia recaiga en la Ciudad del Lago.
Pese a que Smaug, cuya voz la provee Benedict Cumberbatch, es un antagonista interesante y sencillo en sus motivaciones (codicia, prepotencia, crueldad), la pelea final se queda corta. El ritmo de la película exigía una resolución más épica o más inteligente, pero decae una vez más, culminando en una falta de resolución, esfuerzos sin recompensa y un final tan abierto que es doloroso de ver.
La Desolación de Smaug es interesante, es cómica y despierta el sentido de la aventura en todo el que se dedique a verla. Sin embargo, no estoy seguro de que pueda recomendarla a nadie que no sea un fanático de este tipo de películas. Es un paso necesario hacia la conclusión de la trilogía, pero no parece sostenerse muy bien como película por su cuenta. Definitivamente no supera los logros de Un Viaje Inesperado y es la primera película de estas dos sagas que termina sin una concluión. No es una mala película, pero sólo puede apreciarse en relación a lo que vino antes y lo que vendrá después.
PUNTUACIÓN: 6/10
Bilbo: I was going to tell you. I found something in the goblin tunnels.
Gandalf: Found what? What did you find?
Bilbo: ...My courage.
Esto es una opinión, y es probable que me equivoque, pero las segundas partes de las trilogías suelen tener finales muy abiertos, historias que no se sostengan demasiado por sí mismas y se apoyan demasiado en factores externos.
ResponderEliminarPero creo que también eso forma parte del "pacto de lectura" de la segunda parte de una trilogía. Quien la ve, sabe que esta viendo la numero dos de tres, no puede esperar más. A lo que voy, es que argumentativamente eso no es necesariamente algo malo.
Quizás dramáticamente no sean demasiado autónomas, pero sí tienen autonomía temática... y eso es lo que cuenta, su identidad quizás no corre por la trama, sino por el tema... no la vi todavía, asi que no puedo opinar jajajaj
Hey, hola! No te equivocás, suele pasar que las segundas partes terminan con finales abiertos. Es lo que pasó con la segunda de Piratas del Caribe. Sin embargo, eso no tiene porque ser así ni es necesario que no se sostenga por sí misma.
ResponderEliminarEl mejor ejemplo que se me ocurre es Las Dos Torres. Tiene una historia que se sostiene y aunque tiene un final que da paso a la tercera película, deja un sentido de conlcusión.
Quizás no es algo malo dado que, como decís, el que va a ver una trilogía, va a ver tres películas, no una sola. Pero me parece que a veces es una salida facil, teniendo en cuenta de que puede darse de manera distinta.
Esa sensación de inconclusividad no la sentí con la primera del Hobbit, ese es mi punto.
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