
El Lobo de Wall Street está basada en las memorias de Jordan Belfort, un corredor de bolsa exitoso y motivador profesional que se encontró involucrado (con completo convencimiento y consentimiento) en el negocio ilegal de la manipulación de las acciones para enriquecerse. Vemos el progreso de Belfort desde su primer día en Wall Street como un joven idealista que desea hacer plata por vías de su talento y su entusiasmo a un drogadicto adicto al sexo que está tratando de que su negocio permanezca a flote mientras trata de huir de la Ley.
Empecemos con lo obvio: Esta es una típica película de Scorsese. El protagonista es un personaje deshonesto y astuto que justifica inteligentemente sus motivaciones, pidiéndole a la audiencia que suspenda sus propias convicciones morales y le den dos o tres horas de su tiempo para comprenderlo y seguirlo, generalmente con éxito. Scorsese nos introduce en un mundo de crímen, hipocresía, impunidad, hedonismo y, sobre todo, plata.
¡Y cómo nos introduce! Nos ahoga en un mar de sudor, cocaína y mujeres desnudas como si estuviera agarrándonos la cabeza para que no podamos respirar mientras nos grita "¡¿Te gusta esto?! ¡¿Eh?!"
Los diálogos son increíbles, las actuaciones son espectaculares (inclusive la de Matthew McConaughey), está muy presente el típico humor negro de Scorsese que nos hace reír de accidentes de avión y puteadas bien puestas así como su ironía de poner música que no concuerda con la vulgaridad de lo que vemos o su cinismo de humanizar a gente que no actúa humanamente.
Belfort y su pandilla de corredores de bolsa son gente cuyo placer en la vida es hacer absolutamente todo lo que no podrían hacer si no tuvieran plata, aún si suena estúpido o si está mal visto por la sociedad. Están constantemente probando los límites de la impunidad que les otorgan sus millones y son completamente consciente de que si los perdieran, sus vidas no tendrían ningún sentido.
Y eso es lo que subyace. Vemos a un grupo de gente que se comporta como animales por mantener sus drogas y sus billetes porque tanto ellos como nosotros sabemos que el aburrimiento de tener una vida normal como la que tenemos nosotros los destruiría. Y sólo somos conscientes de eso una vez pasadas las dos horas de película. Todo por lo que podríamos admirar a Belfort son las mismas razones por las que deberíamos sentirnos más fuertes que él, por ser normales.
Es posible que la película sea una crítica al hedonismo y el abuso que conlleva la codicia que tan omnipotentes nos hace sentir, pero no desde un punto de vista moralista. Se nos presenta a un personaje que apela a nuestro deseo de poder y de dinero y Scorsese nos muestra que su realidad es más digna del asco y del humor macabro que de la admiración hacia el "nuevo sueño americano" del enriquecimiento rápido y el exceso sin consecuencias. También es posible que la película no sea más que un circo para entretenernos, exagerando actitudes para no hacernos pensar que nosotros seríamos igual de exéntricos y caras rota si estuvieramos en esa posición. Sólo Scorsese sabe.
Habiendo establecido los puntos fuertes de la película, vamos a las fallas.
Una hora y media de esta película es igual que Buenos Muchachos (Goodfellas) pero con corredores de bolsa en vez de mafiosos. La otra hora y media es una película porno. Y no lo digo específicamente por las muchas (muchas) escenas innecesarias de sexo explícito, sino porque tienen la estructura dramática de una película porno. Una estructura en la que los personajes consiguen lo que quieren fácilmente, por absurdo que sea, sin dificultad ni conflicto alguno.
La mayor fuente de conflicto la provee un personaje interesante, interpretado por Kyle Chandler: El incorruptible agente de la FBI, Patrick Denham. Es interesante, no por ser incorruptible, sino porque hace sudar a nuestro héroe y nuestro héroe es un desgraciado ¿El problema? Puedo contar con los dedos de una mano la cantidad de escenas en las que Denham aparece. No sólo eso, la primera vez que aparece, ya pasó una hora de película, e incluso en ese momento no hace nada hasta que vuelve a aparecer media hora más tarde.
El manejo de los tiempos es el peor problema de esta película. Tiene todos los elementos necesarios para ser exitosa, pero los arruina dándole demasiado lugar a escenas y momentos que son innecesarios o repetitivos y sólo sirven para excitar a la audiencia.
Es totalmente comprensible que haya drogas y sexo en una película que trata sobre lo que ocurre en ese ambiente. No es comprensible que una película se detenga una hora entera en eso sin hacer avanzar la acción dramática.
La resolución de la película, aunque un tanto predecible, es justa y armoniosa con el tipo de protagonista que tenemos, pero los momentos de tensión dramática fuerte que nos llevan a eso se resuelven con mucha facilidad o con un mal ritmo. Siento que la mayor parte del tiempo estamos más ocupados mirando qué es lo que Belfort hace con su vida que siguiendo la historia misma. Esto hace de la película una muy descriptiva pero con una acción muy pobre.
Puedo entender el apelo a los instintos bajos para deshumanizar a los personajes o para hacernos sentir simpatía por ellos haciéndonos sentir los deseos y pulsiones que ellos sienten. Pero el exceso de recursos tan simples le quitan tensión al conflicto. Estas no son herramientas que un director como Scorsese necesita para llamar la atención y están totalmente por debajo de él.

No puedo decir que El Lobo de Wall Street sea una mala película. No puedo decir que no la disfruté. Me reí mucho y disfruté de muchas escenas, pero la sentí como un chiste muy gracioso que tardó demasiado tiempo en prepararse. Alguien como Scorsese puede más, mucho más que eso.
PUNTUACIÓN: 6,50/10
Mark Hanna: Move the money from the clients pocket into your pocket.
Jordan Belfort: But if you can make your clients money at the same time, it's advantegious for everyone, right?
Mark Hanna: No.
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