martes, 17 de febrero de 2015

Gone Girl y la deconstrucción de la vulnerabilidad femenina


ATENCIÓN: el siguiente ensayo tiene spoilers. Si no viste Gone Girl y tenés ganas de verla, no sigas leyendo.

Recientemente vi Gone Girl, la película que puso a David Fincher en mi lista de directores favoritos. Cuenta la historia de Nick Dunne, un hombre que se enfrenta al hecho de que su esposa, Amy, una famosa intelectual y escritora de libros para chicos, desapareció sin dejar rastro. Los agujeros en las investigaciones policiales y las historias de medios tendenciosos rápidamente llevan a la idea de que Nick está más involucrado en la desaparición de lo que parece.

Siendo que estamos hablando de David Fincher, está claro que nada es lo que parece y hay un giro argumental que no vemos venir: Amy está viva y orquestó todo el asunto para hacer parecer que Nick es un asesino y así castigarlo por su infidelidad.

Además del tema del peligro de una comunicación mediática irresponsable y una visión extremadamente pesimista del matrimonio, hay un tema que Gone Girl trata con un realismo crudo y es el dilema del “empoderamiento femenino”. Cuando la mayoría de la gente habla de eso, está hablando de igualdad de condiciones y de generación de autoestima y confianza. Esta última noción genera un problema: poder y confianza son dos cosas muy distintas

Frecuentemente, quienes buscan poder, son precisamente personas que carecen de confianza y asumen, incorrectamente, que el control sobre otros o la auto-glorificación les traerá confianza. Hombres y mujeres sufrieron esta falacia muchísimas veces en la historia.

Nick Dunne no es un paladín de la justicia, no es un héroe de acción ni es un modelo de hombre. Es un personaje muy miserable, incapaz de hacerle frente directamente a sus conflictos hasta que no explotan en frente suyo. Empezamos confiando en él como nuestro protagonista y creemos que su preocupación e interés por encontrar a su esposa son genuinos. Lo creemos hasta que vemos su trasgresión: Nick es infiel y tiene una relación con una chica mucho menor que él. En ese momento, nos sentimos desamparados y nuestro foco pasa a Amy. Empezamos a creer en su relato y en la idea de que Nick puede haber sido el responsable de su desaparición.

La brillantez de una película como Gone Girl es que juega constantemente con las nociones que la audiencia tiene de los personajes y que ilustra perfectamente el peligro de la mentalidad de masas. David Fincher planea un tercer giro para nosotros: Ninguno de los dos personajes es confiable.

Los medios y la opinión popular no temen en hacer juicios inmediatos y en buscar culpables atolondradamente. Ellos se alían con Amy porque la perciben como la víctima, la parte vulnerable del asunto y la parte que goza incondicionalmente de la razón. Una opinión masiva manipulada por la misma Amy, precisamente porque no es vulnerable.


Amy es una mujer con poder: tiene influencia mediática, viene de una familia pudiente, es educada e inteligente y está prácticamente en control de su vida. Su meticuloso deseo de tener control y su habilidad para fácilmente decidir cuál va a ser el destino de Nick demuestran que poder no le falta ¿Pero son esas las acciones de una mujer mentalmente sana y segura de sí misma? Si hay algo que a Amy le falta es confianza.


En ningún momento se defienden las acciones de Nick, pero la película se rehúsa a mostrar a Amy como una víctima o como una heroína. La falla que ambos comparten es que ninguno habla de lo que siente y ninguno enfrenta directamente sus problemas. Nick no habla sobre su infelicidad y Amy no lo confronta sobre su amorío. Toda la película es un ensayo sobre todo lo que dos personas están dispuestas a hacer para superar un conflicto, excepto hablar. 

La representación femenina más justa está en el personaje de Margo, la hermana de Nick. Ella es firme y confiada y eso no entra en conflicto en ningún momento con el cariño, el sacrificio y el apoyo que le demuestra a la gente que ama. Ella es quien termina siendo la voz de la razón al declarar que, muy posiblemente, Nick disfrute la situación miserable en la que se encuentra.
 

Gone Girl desmitifica la noción de la vulnerabilidad femenina mostrándola como un arma peligrosa, una ventaja que sensibiliza a las masas y a los medios y las orienta a una forma de pensar en particular. Pero además, muestra el lado oscuro del empoderamiento, el lado que demuestra que subyugar a alguien no significa enaltecerse.

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