ATENCIÓN: el siguiente ensayo tiene spoilers. Si no viste Gone Girl y tenés ganas de verla, no sigas leyendo.

Siendo que estamos hablando de David Fincher, está claro que
nada es lo que parece y hay un giro argumental que no vemos venir: Amy está
viva y orquestó todo el asunto para hacer parecer que Nick es un asesino y así
castigarlo por su infidelidad.
Además del tema del peligro de una comunicación mediática irresponsable y una visión extremadamente pesimista del matrimonio, hay un tema que Gone Girl trata con un realismo crudo y es el dilema del “empoderamiento femenino”. Cuando la
mayoría de la gente habla de eso, está hablando de igualdad de condiciones y de
generación de autoestima y confianza. Esta última noción genera un problema:
poder y confianza son dos cosas muy distintas.
Frecuentemente, quienes buscan
poder, son precisamente personas que carecen de confianza y asumen,
incorrectamente, que el control sobre otros o la auto-glorificación les traerá
confianza. Hombres y mujeres sufrieron esta falacia muchísimas veces en la
historia.

La brillantez de una película como Gone Girl es que juega
constantemente con las nociones que la audiencia tiene de los personajes y que
ilustra perfectamente el peligro de la mentalidad de masas. David Fincher
planea un tercer giro para nosotros: Ninguno de los dos personajes es
confiable.

Amy es una mujer con poder: tiene influencia mediática,
viene de una familia pudiente, es educada e inteligente y está prácticamente en
control de su vida. Su meticuloso deseo de tener control y su habilidad para
fácilmente decidir cuál va a ser el destino de Nick demuestran que poder no le
falta ¿Pero son esas las acciones de una mujer mentalmente sana y segura de sí
misma? Si hay algo que a Amy le falta es confianza.
En ningún momento se defienden las acciones de Nick, pero la
película se rehúsa a mostrar a Amy como una víctima o como una heroína. La
falla que ambos comparten es que ninguno habla de lo que siente y ninguno
enfrenta directamente sus problemas. Nick no habla sobre su infelicidad y Amy
no lo confronta sobre su amorío. Toda la película es un ensayo sobre todo lo
que dos personas están dispuestas a hacer para superar un conflicto, excepto
hablar.
La representación femenina más justa está en el personaje de Margo, la hermana de Nick. Ella es firme y confiada y eso no entra en conflicto en ningún momento con el cariño, el sacrificio y el apoyo que le demuestra a la gente que ama. Ella es quien termina siendo la voz de la razón al declarar que, muy posiblemente, Nick disfrute la situación miserable en la que se encuentra.
Gone Girl desmitifica la noción de la vulnerabilidad
femenina mostrándola como un arma peligrosa, una ventaja que sensibiliza a las
masas y a los medios y las orienta a una forma de pensar en particular. Pero
además, muestra el lado oscuro del empoderamiento, el lado que demuestra que
subyugar a alguien no significa enaltecerse.
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