
Calvary es una película irlandesa del director John Michael
McDonagh y cuenta la historia del Padre James (Brendan Gleeson), el capellán de
una pequeña parroquia en un pequeño pueblo de Irlanda, cuya vida cambia el día
que un misterioso confesor le revela que fue abusado por un sacerdote en su
infancia y que, al final de la semana, va a matarlo, precisamente porque no hizo
nada y el impacto de matar a un cura inocente sería mucho mayor.
El Padre James se encuentra repentinamente en una extraña
posición en la que debe cuestionarse sus valores, si puede romper el secreto
confesional y hasta qué punto Dios le pide que sea paciente y compasivo, aun
con su vida en juego. Su calma, su tolerancia y su interés auténtico en la
gente de su pueblo se ponen a prueba al ser constantemente provocado y
ridiculizado por la desconfianza y el desinterés.
El misterio de quien es el confesor funciona sólo con la
audiencia, dado que el Padre James lo reconoce, pero por razones propias, decide
no revelar su identidad. Eso genera una tensión mucho mayor que mantiene a la
audiencia atrapada entre descubrir al antagonista y determinar cuál será la
decisión final del protagonista.
Los sospechosos son coloridos y están increíblemente bien representados. Aidan Gillen es un doctor cínico que justifica su ateísmo en los casos que ve. Chris O’Dowd interpreta a un hombre cuya esposa seductora y promiscua (Orla O’Rourke) lo engaña con hombre marfileño. Dylan Moran es un hombre millonario cuya familia lo abandonó y que no siente amor u apego por nada que lo rodee. M. Emmet Walsh interpreta a un escritor en los últimos días de su vida que trata de determinar si le queda algo por qué vivir.

La isla entera está poblada por personajes eclécticos que se
sienten muy familiares. Todos ellos van a misa los domingos y escuchan los
sermones del Padre, pero ninguno le tiene algún aprecio en particular.
Además de su amenaza, James lidia con la visita de su hija Fiona (Kelly Reilly), producto de un matrimonio previo en el cual él enviudó, quien intentó suicidarse recientemente. La película plantea constantemente dilemas filosóficos y teológicos en boca de cada uno de los personajes, generando una ida y venida entre esperanza y nihilismo, fe y escepticismo, resentimiento y perdón, mientras James trata de determinar no sólo qué es lo que un buen cura debe hacer sino qué es lo mejor para la gente que lo rodea.
La actuación de Gleeson es impresionante. Es incomparable cómo
de a ratos demuestra vulnerabilidad enternecedora y en otras ocasiones muestra
fortaleza y liderazgo sin imponer sus creencias o valores en nadie. Son perlas
las escenas en las que el Padre deja salir enojo y tristeza, demostrando que
aunque represente una institución que muchos a su alrededor desmerecen, él
sigue siendo humano y la tolerancia humana tiene sus límites.
El misterio y el suspenso se complementan muy bien y el
ritmo de la película es impecable, tomándose el tiempo de develar a cada
individuo mientras nos apresura el recordatorio de que James tiene una semana
para decidir qué hacer.

Es una historia muy humana, muy fuerte y para nada tímida en
el manejo de las emociones que surgen de situaciones traumáticas y críticas. Es
loable no sólo en la creación de un misterio sencillo y firme y un conflicto satisfactorio
sino también en el fuerte mensaje que deja: que por mucho que tengamos que
decir sobre las miserias de la gente, hay mucho de qué hablar sobre las
virtudes.
James: I think there's too much talk about sins and not enough talk about virtues.
James: I think there's too much talk about sins and not enough talk about virtues.