jueves, 8 de octubre de 2009

Bastardeando tabues


No veo mejor manera de comenzar este blog con la última película que vi en el cine.
Quentin Tarantino siempre fue un exéntrico, un loco, un trasgresor y un genio, todo eso en una sola persona, y en sus comienzos como cineasta independiente fue muy incomprendido. Sin embargo, no se dejó presionar por los intereses masivos ni comprometió su integridad como artista, él siguió escribiendo y filmando esas películas que rompían estructuras ya predispuestas y mostraban una realidad tan cruda y dura que, aunque ilusoria, nunca abandonó su verosimilitud.

El mundo de cada una de sus películas tiene que entenderse a los ojos de Tarantino para poder apreciarse. La composición artística de Pulp Fiction, la personificación de cada matón de Reservoir Dogs, la violencia injustificada de Kill Bill, la estructura simple y única de Death Proof son características que resultarían imperdonables si salieran de la mente de cualquier otro director... pero saliendo de Tarantino, sólo se traduce como genialidad, de una manera que sólo él sabe lograrlo.

El film del que hablo es Inglorious Basterds, protagonizada por Brad Pitt, Christoph Waltz, Eli Roth, Diane Kruger y Mélanie Laurent. En esta obra, Tarantino se animó a hacer una película histórica, basada en hechos reales, pero con su toque único. "Un Spaghetti Western con iconografía de la Segunda Guerra Mundial" según sus propias palabras.

La película transcurre en plena guerra y relata la historia de una operación secreta, ideada por los ingleses y ayudados por un pequeño grupo de yanquis y oficiales alemanes que desertaron por ser judíos (The Basterds), que consiste en asesinar a Hitler y a todos sus oficiales de mayor rango durante el estreno de una película de fuerte ideología nazi. Se focaliza en torno a tres personajes centrales: Aldo "el apache" Raine (Pitt), el líder de los Bastardos, oficial de la llamada "brigada del diablo", nacido en Maynardville, Tennessee, e impulsado por un fuerte odio hacia los nazis; Hans "el cazador de judíos" Landa (Waltz), el antagonista principal, un oficial de alto rango del servicio de inteligencia nazi, especialista en decifrar mentiras y encontrar judíos escondidos, políglota, sádico y muy pasivo-agresivo; y Shossanna Dreyfus (Laurent) una judía cuya familia fue masacrada por el ejército de Landa y huyó a Francia, en donde consiguió una nueva identidad, heredó un teatro y albergó un profundo odio y deseo de venganza contra el nacionalsocialismo.

Todos los personajes son apreciables y están extremadamente bien caracterizados, despiertan una infinidad de sensaciones y son elementos que ayudan a una construcción más completa y coherente del mundo propuesto por el director. Destaca Aldo Raine, con su fuerte acento sureño y su actitud de "todos ustedes me deben 100 cabelleras de nazis ¡y quiero mis cabelleras!"; Hugo Stiglitz, el más callado y psicópata de los Bastardos, reconocido en Alemania por haberse salido de las filas y asesinado a 13 oficiales de la Gestapo mientras dormían, también es un personaje... "adorable", en el sentido más retorcido que se pueda encontrar, pues cada toma en la que se expresa su violencia o en la que levanta un arma vale puro oro.

Debo admitir que el personaje de Waltz, Hans Landa, es el mejor armado y caracterizado de todos. Aunque se ganó mi odio por lo mal que me hizo pasar durante cada escena climática, es el antagonista más firme e inquebrantable que haya creado Tarantino. Su soltura con una gran variedad de idiomas, su actitud romántica y pasiva, su diligencia y amor por su macabro trabajo, sus expresiones aparentemente ridículas pero que esconden una personalidad digna de miedo, su megalomanía... todo eso y mucho más, logra que se robe la película.

Así como Kill Bill, está dividida en capítulos y cada uno es más delicioso que el anterior. Si bien la temática es dura y un tabú, prácticamente, Tarantino no duda en hacer uso de su violencia característica tanto para conseguir risas sádicas como para despertar en el espectador un sentimiento de complicidad y odio por el antisemitismo. La trama está llena de ironías trágicas, situaciones desesperantes y tensas, suspenso, y mucho, mucho, mucho humor negro. Se hace notar también la música, anacrónica a veces e incoherente con las imágenes otras veces, recurso que logra que reforcemos nuestra atención en lo que sucede y soltemos alguna risa por la inconsistencia entre banda sonora y banda de imagen.

Hay que aclarar lo siguiente, Inglorious Basterds no resalta por el trabajo de investigación previo, está plagado (casi a un nivel absurdo) de inconsistencias históricas, errores tan explícitos que resulta fácil asumir que son cometidos a propósito y que, de vuelta, sólo se le perdonan a Quentin Tarantino y a nadie más.

A pesar de ser una película bélica, no contiene demasiada sangre, mucho menos de lo que se ve en Kill Bill, sin embargo, el sadismo y el humor negro son más que suficientes para transmitir el mensaje. Tarantino no quiere mostrarnos la historia de un modo sensacionalista y espectacular, nos quiere mostrar un escenario completamente irreal, inspirado en hechos y personajes verídicos, como él mismo desea que sean contados, invistiéndose de autoridad y una posición casi divina. Ya no se limita a desestructurar clichés o categorías temáticas: Tarantino desestructura la realidad misma.

Esta película me encantó, no sólo por la violencia y el humor negro, sino porque tanto temática como estilísticamente está tan bien armada que satisface tanto al que busca una película original y artísticamente bien configurada, como al que busca una buena película de acción para pasar el tiempo. Le doy 5 estrellas.

Les dejo el trailer y una de las mejores citas




Aldo Raine: "We ain´t in the prisoner taking buisness, we´re in the killing nazi buisness. And cousin, buisness is a-boomin!"

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