lunes, 17 de noviembre de 2014

Boyhood - Sobre la vida misma...


Hay dos tipos de películas que es seguro que me van a fascinar: los proyectos ambiciosos y las películas que se tratan sobre vida, pura y simple, sin condimentos y completamente relacionable ¡Qué gusto me da poder escribir sobre una que incorpora los dos elementos!

Boyhood es un proyecto de doce años del director Richard Linklater (Dazed and Confused, School of Rock), que cuenta la historia de Mason Evans (Ellar Coltrane) y de los conflictos y alegrías que colorean su vida en los doce años de colegio. Mason tiene una relación cercana con su hermana mayor, Samantha (Lorelei Linklater) y con su madre, Olivia (Patricia Arquette), una mujer divorciada que quedó embarazada a temprana edad y busca terminar sus estudios para poder darle una mejor vida a sus hijos.

Entre malos padrastros, mundanzas forzosas y cortes de pelo desafortunados, Mason va estableciendo vínculos cada vez más fuertes con su padre, Mason Sr. (Ethan Hawke), quien está en una búsqueda de su propia madurez.

¿Todos tuvimos ese corte en algún momento o sólo yo?
Cuando de adolescencia o de adolescencia tardía se trata, Linklater es un genio. Hay pocos directores que captan tan bien como él el conflicto real de ser lanzado al mundo sin conocerse a uno mismo y el drama de haber alcanzado una edad en la que se espera mucho de uno, pero uno no comprende bien cómo llevarlo a cabo. Esa sensación de estar engañando constantemente al resto para que crean que uno es competente, o de estarse engañando a uno mismo para no romper en llanto cada vez que se acuerda que su vida no llegó a ninguna parte todavía está presente pero de una manera mucho más real y mucho menos melodramática que en otras representaciones de la adolescencia.

Pequeño Hawke

Es muy fácil generar conflicto tomando los problemas adolescentes que se leen en los diarios (suicidios, tiroteos, embarazos, drogas, alcohol, etc), pero muchas veces resultan ser situaciones ajenas que pueden sensibilizar a la audiencia pero no apelan a ella a un nivel profundo. Es mucho más difícil generar drama con los problemas cotidianos (obediencia, tarea, autos, amigos, novias, familia, divorcios, etc.), pero esta película lo logra tan maravillosamente que uno se olvida que dura 165 minutos.


El ritmo es dinámico y veloz, tan pronto como uno se cansa de una secuencia, aparece la siguiente. La historia se plantea con mucha exposición, haciendo que el inicio sea un poco lento, pero inmediatamente después, logra hacer un traspaso de los años que fluye naturalmente y que se da a entender implícitamente gracias a la música que los personajes escuchan, sus cambios físicos, los programas de televisión que ven, los juegos que juegan, sus reacciones a particulares comentarios. Es decir, todo en su ambiente natural cambia y evoluciona con ellos.

-¿12 años?
-¿No leíste el contrato?


El trabajo de dirección es posiblemente uno de los mejores que vi en mucho tiempo. Es extremadamente complicado hacer una historia por doce años y no traicionarse a uno mismo reescribiendo lo que ya se filmó, y exigiendo un nivel de compromiso de los involucrados, especialmente de los actores, que tienen que mantener el mismo personaje durante tanto tiempo. Afortunadamente lo logran, todos los actores se comportan con un entendimiento claro de quiénes son sus personajes, qué cosas son propias de ellos y con qué lógica cambiarían dadas las circunstancias. Hay que aplaudir la dedicación de Linklater, quien le pidió a Hawke que terminara la película por él si llegaba a morir y quien se enfrentó a un número de problemas legales (es ilegal en Estados Unidos contratar a alguien por más de siete años de trabajo).

¡¡¡LIMADOOOOOO!!!
Boyhood es una gran historia que todos vivimos en alguna manera y algún aspecto. Es un hermoso ensayo sobre lo que es crecer, sobre la falta de control que tenemos y sobre cómo tenemos que aprender a adaptarnos y crecer con el momento, más que decidir arbitrariamente qué somos y exigirle al ambiente que se comporte como deseamos. Nada en la película es tan melodramático que sorprende ni tan terminantemente feliz que genera euforia. Tiene puntos altos y bajos estratégicamente bien puestos pero que ocurren como ocurren en la vida misma. Es tan relacionable que es imposible sentirse agobiado por ella.



Nicole: You know how they say "Seize the moment"? I think it's the other way around. The moment seizes us.