viernes, 13 de junio de 2014

Decepción en Buenos Aires

Hay un problema con las películas sobre la homosexualidad. Es un tema que creo que hay que tratar con sutilieza porque, dado que sensibiliza fácilmente a la audiencia (para bien o para mal), está siempre al borde de llevar a la chabacanería o, hacia el otro lado, a la apología. Y ambos son elementos que distraen de una buena historia.

Muerte en Buenos Aires es la opera prima de la directora Natalia Meta y cuenta con la actuación de Demián Bichir y Chino Darín. Bechir interpreta al Inspector Chávez, un policía que investiga el asesinato de un millonario de una familia pudiente con la ayuda del joven e inexperto agente Gómez (Darín). Ambos transitan por los espacios frecuentados por la víctima que incluyen campos de polo y boliches gay.

La promoción prometía una especie de film noir ambientado en Buenos Aires en los años ochenta y rápidamente decepciona. El misterio termina siendo la parte menos interesante y menos trabajada de la película.

En vez de eso, la historia se va desviando a medida que Chávez se entromete en la cultura gay y el foco se va centrando en la ambigüedad sexual de Gómez y en la reprimida homosexualidad de Chávez. En otras palabras, es una película gay disfrazada de policial. En ese sentido, el tagline "Nada es lo que parece" parece apropiado, porque se siente como un tremendo dedo medio levantado hacia el público.

En retrospectiva, la camisa rota tendría que haberme dado un indicio...
No tengo problemas con las historias sobre personajes homosexuales. Sí tengo problemas cuando dichas historias parecen plantear que todos son homosexuales y los que no lo son, son reprimidos. Parecería que todos en la comisaría se comportan con un cierto aire de promiscuidad y homoerotismo que a veces se camufla con desidia y apatía. De entrada, quien espera ver suspenso y misterio quedará dolorosamente decepcionado. 

La fotografía es bellísima y los colores resaltan de la pantalla para mostrar la hermosura de las áreas oscuras de Buenos Aires, pero lo mismo podría decirse de las películas de Batman de Joel Schummacher. Una linda imagen no justifica una pésima historia.

El homicidio queda rápidamente en segundo plano y se convierte en una excusa para que los dos protagonistas se relacionen. Vuelve a tomar centro cuando la historia se acerca al final, pero para ese momento, parecería que la historia se olvidó de presentar sospechosos, así que el conflicto se resuelve con un salto y sin presentar deducción o motivaciones adecuadas de parte del héroe y del criminal. 

Los diálogos son pésimos, nadie en esa película habla como una persona normal y hasta los personajes que son presentados como homosexuales exuberantes son tediosos en su forma de hablar para demostrar que, efectivamente, son gay. Hay demasiados clichés en cuanto al estereotipo del homosexual y en cuanto a las películas de misterios pero no hay contenido ni consistencia. 

Es como una mezcla entre David Bowie y uno de los monos voladores del Mago de Oz
Muerte en Buenos Aires parece simplemente un conjunto de atajos dramáticos y lugares comunes que parecen indicar que hay suspenso y drama, pero sin presentar personajes o relaciones creíbles y sin armar un progreso adecuado al hacer avanzar la historia. Es caótica, es obvia, es tediosa, es ridícula por tomarse demasiado en serio y, más que nada, es un engaño.