domingo, 15 de diciembre de 2013

The Hobbit 2: Épica pero no tanto

Me resulta complicado criticar una película de El Hobbit. En parte porque son muy episódicas, dividiendo la travesía en varios puntos que contienen sus propias historias; y en parte porque soy un fanático de la saga de El Señor de los Anillos y me cuesta ser imparcial. Aún así, voy a darle un intento.

Seguimos la historia de Bilbo y los 13 enanos con La Desolación de Smaug. Gandalf se separa del grupo para descubrir qué es lo que sucede con el misterioso nigromante mientras Bilbo, Thorin y el resto de los enanos pasan por bosques encantados, reinos de elfos y tierras humanas, peleando contra hordas de orcos, para alcanzar la Montaña Solitaria y la Piedra del Arca, la cual está protegida por el temible dragón Smaug.

Sin necesidad de preámbulos, Bilbo comienza en seguida a demostrar el coraje que consiguió en la primera película y a probar la valía que Gandalf tanto veía en él. Se lo ve como un personaje mucho más activo y decidido. Sin embargo, el Anillo comienza a ser un pesar para él. Lo mantiene escondido de sus compañeros y saca de él la parte más agresiva y codiciosa. Al punto que Bilbo encuentra razones para no abusar de su poder.


Thorin Escudo de Roble también brilla en esta película al tener que lidiar con su propia impaciencia y ambición. A veces parece ocupar el lugar que ocupaba Aragorn como líder, pero a diferencia del incorruptible hijo de Arathorn, Thorin se deja llevar por su propia desesperación, despreciando el apoyo y la vida de sus compañeros en favor de su misión. En ese sentido, a veces parece resonar mucho más a Boromir que a Aragorn. 

La reintroducción de Legolas puede parecer innecesaria para algunos, pero la realidad es que este Legolas no es el mismo elfo de la saga de El Señor de los Anillos, sino que parece ser mucho más precipitado, prejuicioso y terco, sugiriendo que se provocará un cambio en su vida que lo lleve a ser como nosotros lo recordamos, lo cual genera bastante interés.

La película arranca con mucho expectativa y promete bastante pero su ritmo empieza a decaer pasado el punto medio, cuando los enanos llegan a La Ciudad del Lago, una ciudad mercantil humana cuyos habitantes cayeron en la pobreza por culpa de un amo sumamente codicioso, pomposo y arrogante (interpretado por Stephen Fry). El amo es una figura caricaturesca sin ningún tipo de profundidad que resume su personalidad en una línea de diálogo en la que explica que le molesta que la gente se queje tanto de que no haya trabajo ni comida. Su introducción es molesta y se ve más como una pérdida de tiempo que otra cosa.



La Desolación de Smaug tiene un tono mucho más liviano que sus predecesoras, posiblemente por causa de que El Hobbit es un libro más orientado a la literatura infantil. Sin embargo, la película parece no decidirse entre ser una aventura para chicos y una historia épica y dura como El Señor de los Anillos.

Es interesante el personaje de Tauriel, interpretada por Evangeline Lily, una elfa silvana que persigue a los enanos con el fin de ayudarlos (ignorando las órdenes de su rey). Tauriel es una gran luchadora con un gran corazón y es capaz de ver más allá del claustro en el que viven los elfos del bosque. Sin embargo, se ve atrapada en un triángulo amoroso entre Legolas y Kili, uno de los enanos, que puede parecer simpático pero se resuelve con la misma rapidez y sencillez con la que surge.

El personaje de Kili agrega en un elemento dramático a la película que está bien usado, pero parece exagerado que Tauriel lo persiga para ayudarlo cuando no hicieron otra cosa que compartir historias de la madre del enano cuando él era un prsionero de los elfos. Parece, nada más y nada menos, que una relación de manual y un intento desesperado de traer más drama.

Hay problemas que son típicos de precuela. Hay mucho suspenso que se apoya en el misterio de la resurrección de Sauron y en la naturaleza del Anillo que afecta poco a la audiencia por el simple hecho de que esta ya sabe qué va a pasar con Sauron y con el Anillo.



La escenas de lucha y los paisajes son espectaculares y agregan mucha emoción pero no puedo evitar pensar cuánto de eso es un estiramiento para que el contenido de un solo libro alcance tres películas de dos horas y media. Cuando algo se estira, tiende a volverse más delgado y menos estable.

Hay tantas historias secundarias partiendo de la historia principal que a veces la atención en lo que es verdaderamente importante queda dispersa y el interés de la audiencia depende exclusivamente de que en ese momento le estén mostrando el personaje que les gusta. Resulta difícil darle el peso debido a todo sin hacer de la película algo demasiado pesado. 

Hay que mencionar también al personaje de Bardo (Luke Evans), un barquero que ayuda a los enanos a entrar en la Ciudad del Lago. Todo lo que involucra a Bardo es significativamente menos interesante que lo que ocurre con los enanos, pese a que la película trata de resaltar que su personaje es importante por ser heredero del único hombre que logró herir a Smaug.

Con frecuencia sucede que la película recurre a ciertos clichés pero les da una vuelta interesante mucho después. Uno espera que Bardo apoye a los enanos una vez que descubre quién es Thorin Escudo de Roble, pero pasa exactamente lo contrario: Intenta detenerlos por miedo a que despierten a Smaug y que su furia recaiga en la Ciudad del Lago.

Pese a que Smaug, cuya voz la provee Benedict Cumberbatch, es un antagonista interesante y sencillo en sus motivaciones (codicia, prepotencia, crueldad), la pelea final se queda corta. El ritmo de la película exigía una resolución más épica o más inteligente, pero decae una vez más, culminando en una falta de resolución, esfuerzos sin recompensa y un final tan abierto que es doloroso de ver.



La Desolación de Smaug es interesante, es cómica y despierta el sentido de la aventura en todo el que se dedique a verla. Sin embargo, no estoy seguro de que pueda recomendarla a nadie que no sea un fanático de este tipo de películas. Es un paso necesario hacia la conclusión de la trilogía, pero no parece sostenerse muy bien como película por su cuenta. Definitivamente no supera los logros de Un Viaje Inesperado y es la primera película de estas dos sagas que termina sin una concluión. No es una mala película, pero sólo puede apreciarse en relación a lo que vino antes y lo que vendrá después.

PUNTUACIÓN: 6/10



Bilbo: I was going to tell you. I found something in the goblin tunnels.
Gandalf: Found what? What did you find?
Bilbo: ...My courage.

sábado, 7 de diciembre de 2013

En Llamas: ¿Se reivindica una saga?

Que quede claro que la siguiente crítica es pura y exclusivamente de la película Catching Fire de Francis Lawrence y no de su contraparte literaria escrita por Suzanne Collins.

Se dice que las segundas partes nunca son buenas y no son más que un desesperado intento de hacer plata, aprovechando el interés popular de una película anterior. Heme aquí, sorprendido, a punto de elogiar varios puntos fuertes de la secuela de una película que se ganó mi rechazo.

Catching Fire es la segunda parte de la trilogía de The Hunger Games. Esta vez, la ganadora de los Juegos del Hambre número 74, Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) tiene que enfrentarse a la fama y a la exposición que el Capitolio le impone mientras se convierte, sin quererlo, en una figura de rebeldía y esperanza en los ojos de la gente de los doce distritos.

Katniss no se siente como una heroína, sino como una chica que simplemente quiso sobrevivir, pero sus acciones generaron una grieta en el gobierno y la rebelión es incontrolable. De a poco, Everdeen se da cuenta de lo que la victoria le costó y de cómo está minando el bienestar de su familia, de Peeta (Josh Hutcherson) y de su amante, Gale. El presidente Snow está más que dispuesto a eliminarla y forzarla a competir nuevamente en Los Juegos del Hambre, contra los vencedores anteriores, parece ser la mejor manera.


Pese al buen recibimiento y a las buenas críticas de las que gozó, jamás creí que The Hunger Games fuera una buena película. Plantea un gobierno que remite a sistemas totalitarios y capitalistas sólo en apariencia y en la superficie y sin demasiada lógica detrás; crea un drama artificial sin preocuparse por darle profundidad a sus personajes o generar interés en ellos y sigue las andanzas de una heroína poco simpática cuya única motivación es sobrevivir, planteando una pregunta cuya respuesta se sabe sin mirar la película.

Por "simpático" no me refiero a un personaje agradable, sino a un personaje que genera simpatía, un personaje con el cual la audiencia puede comprender y compartir sus ansiedades y conflictos y que pone a los espectadores en una situación de auténtica preocupación por su devenir.

Las pobres motivaciones y falsos conflictos parecen encontrar arreglo en Catching Fire. De repente vemos a una Katniss que sufre, y sufre mucho más que "porque es pobre y vive en un sistema totalitario". Katniss sufre porque se da cuenta de que no es libre. No es libre de amar a quien quiera y tiene siempre que estarse cuidando de que su familia no sufra las consecuencias de su ultraje. No es libre de los asesinatos que ella cometió y que la siguen acechando. No es libre de ser quien es y para siempre será forzada a ser quien la audiencia quiere que ella sea. Señoras y señores, eso es drama y eso es conflicto.


En los años que pasaron desde la primera entrega de esta saga, tanto Katniss como Peeta crecieron en  personalidad. La señorita Everdeen sigue siendo tan fría y rebelde como lo era en un principio, pero ahora tiene razón para serlo. Toda la conspiración detrás del 75to Juegos del Hambre así como las duras represiones están únicamente destinadas a La Chica en Llamas, pero no es ella quien sufre las consecuencias. Eso es tortura psicológica en su mayor expresión.

A pesar de que esta película es un paso en la dirección correcta, no carece de varios (serios) problemas. Para empezar, la crítica a los sistemas capitalistas totalitarios y al uso de los medios para manipular el morbo y adormecer a la audiencia sigue quedándose en la superficie y en el sensacionalismo. Los personajes se desenvuelven en un sistema tan "flashero" que la crítica misma se pierde. Los personajes son producto de un mundo totalmente ajeno al nuestro y responden a él con su lógica, no necesariamente con la nuestra. Hay una lejanía entre el mundo real y el mundo de Suzanne Collins que evita que la audiencia piense "quizás nosotros vivimos una realidad similar". Eso se trata de combatir utilizando palabras que suenan terroríficas como "miedo", "represión", "hambre" pero sin un verdadero análisis de por qué la situación se da así.


Sin menospreciar la actuación del gran Donald Sutherland, la villanía del presidente Snow es muy caricaturesca. Un antagonista que se digna a decir algo como "el miedo no funciona contra ellos porque tienen esperanza", es un antagonista destinado a ser unidimensional, a no tener ningún tipo de profundidad, robándole así a la película de un nivel de conflicto más alto. Es el típico "soy malo porque soy malo".

El triángulo amoroso entre Katniss, Peeta y Gale es muy acertado y genera mucho interés. Katniss quiere estar con Gale, pero tiene que estar con Peeta por el bien de la gente de su distrito. Se nota la confusión de Peeta y su interés por acercarse a Katniss, pero su relación, muy clara al principio, se desdibuja a medida que se acerca al final, y se convierte en una relación de manual, en una pareja que existe porque es la pareja con más tiempo de cámara.

Un gran acierto fue la introducción de otros tributos. En la primer película, con la excepción de Rue, los otros tributos no generaban mucho interés ni eran dignos de recuerdo. Ahora varios de ellos reciben más diálogo, más tiempo y presentan personalidades más interesantes, causando que nos preguntemos con mucha más facilidad quién va a sobrevivir y quién no. Vale la pena mencionar a Johanna Mason, el personaje de la genial Jena Malone, quien (a mi parecer) se robó la película.


Philip Seymour Hoffman aparece como Plutarch Heavensbee, el Vigilador Jefe con un aire de misterio a su alrededor, en una actuación que parece casual y no tan memorable para un actor como él. Woody Harrelson retoma su papel del mentor Haymitch Abernathy, reteniendo el carisma que mostró anteriormente, y Elizabeth Banks, Lenny Kravitz y Stanley Tucci regresan para darle algo de color a la película pero no para ofrecer mucho más.

Por muy bien logrados que sean los éxitos de Catching Fire, lamentablemente deben enfrentarse a un ritmo sumamente caótico, escenas con diálogo tirado rápidamente, sin interés o extremadamente expositivo en términos de los sentimientos de los personajes, y un final cruelmente abrupto y trillado, en el cual lo más interesante es dicho pero no mostrado. Los tributos que tanto interés generaron en la audiencia son completamente olvidados en el tercer acto y el gran giro del final en el que se revela la naturaleza de Heavensbee resultará obvio para algunos y poco creíble para otros.

Reitero: Catching Fire es un paso en la dirección correcta. Pero por cada logro, hay otros nuevos errores que solucionar. El ritmo apresurado y la aparente desesperación a la hora de generar drama juegan en contra, pero una mayor dedicación a la interioridad de los personajes nos da la esperanza de que Mockingjay supere a sus predecesoras.

PUNTUACIÓN: 5/10



Presidente Snow: "She's not who they think she is. She just wants to save her skin. As simple as that."